"Memoria para dividir" por Javier Arnal, publicado en el diario "Las Provincias"
El proyecto de la Ley de Memoria Histórica es un esperpento, se mire por donde se mire. Es una pifia política y una imprudencia, máxime teniendo en cuenta la precipitación y prisas sospechosas con que se está tramitando, para poderla aprobar a finales de octubre. Además, el hecho de rehuir un auténtico debate parlamentario, subraya de nuevo el plan del PSOE para las elecciones: aislar al PP. Y aunque se apruebe, no se aplicará, y si no esperemos a verlo.
En los países de nuestro entorno, se ve con sorpresa y preocupación el clima político español, promovido por Zapatero. Le Figaro puede ser el diario que encabeza esa crítica, hablando de “España está crujiendo”, situación que atribuye al Gobierno por su pasividad en los ataques al Rey y el proyecto de Ley de Memoria Histórica. The Independent y Financial Times sintetizan sobre la Memoria Histórica: “creará más división”. Y más preocupados estarán estos días al conocer las declaraciones del presidente catalán, Montilla, abogando por suprimir del Código Penal las penas por quemas fotos del Rey: más claro el agua. Para dar sensación de cordura, Puigcercós (ERC) dice que no es preciso quemar nada para defender valores: ¡vaya reparto calculado de papeles!
En el fondo, la pregunta básica es el interés de Zapatero en esta ley. Una explicación sencilla es el sectarismo del presidente del Gobierno y su afán de “ganar” en el Parlamento ahora una guerra civil que se perdió en el campo de batalla, una especie de trauma, obsesión o revisionismo histórico que pretende dar la vuelta a la historia.
Unido al motivo anterior, y tal vez jaleado por sus asesores de la ya iniciada campaña electoral camino de las elecciones generales, puede existir un motivo en clave electoral: dar la sensación de que Zapatero cumple lo que promete, y ha de salir adelante esta prioridad política. Parece ser que nos quieren presentar un Zapatero que tiene ribetes de “hombre de Estado”. Craso error empecinarse en una prioridad que, claramente, divide, genera tristeza colectiva y puede avivar la memoria del odio.
Una tercera explicación podría ir unida a la beatificación de 498 mártires de la II República y Guerra Civil, que se celebrará en Roma el próximo 28 de octubre. Indudablemente, el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino, ha estado acertado al señalar que la beatificación es un acto de la Iglesia Católica, que no va contra nadie, que “no son de ningún bando, sino que han valorado más a Cristo que a su propia vida”.
La Iglesia no plantea esa masiva beatificación de mártires españoles –entre los que hay obispos y laicos– fuera de su contexto propio, que es la heroicidad que siempre ha reconocido en los mártires cristianos. Sin embargo, en Zapatero sí puede haber pesado –y no poco– la fecha de la beatificación, como temiendo un efecto negativo para los intereses socialistas en la intención de voto, precisamente por recordar hechos vergonzosos de la década de los 30 en España, y por eso Zapatero piensa que un modo de contrapesar es aprobar la Ley de Memoria Histórica.
Puede reavivar el odio, generar confrontación. Pero también me abono a pensar que los españoles sí tenemos memoria por nuestra formación y madurez, no por los intentos sectarios de Zapatero.
Es una auténtica pifia este proyecto, que desprestigia nuestra propia política y nuestras instituciones. Es lamentable que el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, afirmara que “tenemos que esperar a que la Ley de Memoria Histórica tenga cuerpo y sepamos exactamente qué es lo que dice”. IU la calificó como “burla” y los juristas avisan de su vaguedad e ineficacia, por lo que hasta los muy partidarios de esta ley se sienten defraudados.
Gobernar es tener firmeza y convicciones, pero también es rectificar cuando hay que rectificar. Zapatero es incapaz de reconocer errores, aunque públicamente hasta se ha puesto de ejemplo en esta faceta de “pedir perdón”. Los que sí murieron perdonando a sus asesinos fueron los mártires de la Guerra Civil y de la II República, y otros millones de españoles que han perdonado y siguen perdonando.
Los fines electorales de la Ley de Memoria Histórica son más que probables, aunque asombre. Zapatero quiere aglutinar un nuevo Frente Popular Electoral para marzo de 2007: así nos ha salido Bambi . Se equivoca con su radicalismo, en una sociedad que quiere ser de centro, moderada y moderna, que quiere la convivencia y lo que une.
Es temible este tramo final de Zapatero en su navegación a la deriva. Cheques para todo –¡de nuevo Solbes ha tenido que frenar a otro ministro, ahora a Caldera, por una promesa de salario mínimo que requiere “hacer cuentas” antes, en palabras de un socarrado Solbes–, pactar con quien sea y ceder cuanto haga falta para gobernar: bandera, monarquía, unidad española, respeto al catolicismo, bases de la familia. Pío García Escudero pidió en el Congreso adelanto de elecciones el pasado día 10 de octubre, porque es verdad que España cruje, y así lo percibe el mundo civilizado
Fuente: "Las Provincias"
En los países de nuestro entorno, se ve con sorpresa y preocupación el clima político español, promovido por Zapatero. Le Figaro puede ser el diario que encabeza esa crítica, hablando de “España está crujiendo”, situación que atribuye al Gobierno por su pasividad en los ataques al Rey y el proyecto de Ley de Memoria Histórica. The Independent y Financial Times sintetizan sobre la Memoria Histórica: “creará más división”. Y más preocupados estarán estos días al conocer las declaraciones del presidente catalán, Montilla, abogando por suprimir del Código Penal las penas por quemas fotos del Rey: más claro el agua. Para dar sensación de cordura, Puigcercós (ERC) dice que no es preciso quemar nada para defender valores: ¡vaya reparto calculado de papeles!
En el fondo, la pregunta básica es el interés de Zapatero en esta ley. Una explicación sencilla es el sectarismo del presidente del Gobierno y su afán de “ganar” en el Parlamento ahora una guerra civil que se perdió en el campo de batalla, una especie de trauma, obsesión o revisionismo histórico que pretende dar la vuelta a la historia.
Unido al motivo anterior, y tal vez jaleado por sus asesores de la ya iniciada campaña electoral camino de las elecciones generales, puede existir un motivo en clave electoral: dar la sensación de que Zapatero cumple lo que promete, y ha de salir adelante esta prioridad política. Parece ser que nos quieren presentar un Zapatero que tiene ribetes de “hombre de Estado”. Craso error empecinarse en una prioridad que, claramente, divide, genera tristeza colectiva y puede avivar la memoria del odio.
Una tercera explicación podría ir unida a la beatificación de 498 mártires de la II República y Guerra Civil, que se celebrará en Roma el próximo 28 de octubre. Indudablemente, el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino, ha estado acertado al señalar que la beatificación es un acto de la Iglesia Católica, que no va contra nadie, que “no son de ningún bando, sino que han valorado más a Cristo que a su propia vida”.
La Iglesia no plantea esa masiva beatificación de mártires españoles –entre los que hay obispos y laicos– fuera de su contexto propio, que es la heroicidad que siempre ha reconocido en los mártires cristianos. Sin embargo, en Zapatero sí puede haber pesado –y no poco– la fecha de la beatificación, como temiendo un efecto negativo para los intereses socialistas en la intención de voto, precisamente por recordar hechos vergonzosos de la década de los 30 en España, y por eso Zapatero piensa que un modo de contrapesar es aprobar la Ley de Memoria Histórica.
Puede reavivar el odio, generar confrontación. Pero también me abono a pensar que los españoles sí tenemos memoria por nuestra formación y madurez, no por los intentos sectarios de Zapatero.
Es una auténtica pifia este proyecto, que desprestigia nuestra propia política y nuestras instituciones. Es lamentable que el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, afirmara que “tenemos que esperar a que la Ley de Memoria Histórica tenga cuerpo y sepamos exactamente qué es lo que dice”. IU la calificó como “burla” y los juristas avisan de su vaguedad e ineficacia, por lo que hasta los muy partidarios de esta ley se sienten defraudados.
Gobernar es tener firmeza y convicciones, pero también es rectificar cuando hay que rectificar. Zapatero es incapaz de reconocer errores, aunque públicamente hasta se ha puesto de ejemplo en esta faceta de “pedir perdón”. Los que sí murieron perdonando a sus asesinos fueron los mártires de la Guerra Civil y de la II República, y otros millones de españoles que han perdonado y siguen perdonando.
Los fines electorales de la Ley de Memoria Histórica son más que probables, aunque asombre. Zapatero quiere aglutinar un nuevo Frente Popular Electoral para marzo de 2007: así nos ha salido Bambi . Se equivoca con su radicalismo, en una sociedad que quiere ser de centro, moderada y moderna, que quiere la convivencia y lo que une.
Es temible este tramo final de Zapatero en su navegación a la deriva. Cheques para todo –¡de nuevo Solbes ha tenido que frenar a otro ministro, ahora a Caldera, por una promesa de salario mínimo que requiere “hacer cuentas” antes, en palabras de un socarrado Solbes–, pactar con quien sea y ceder cuanto haga falta para gobernar: bandera, monarquía, unidad española, respeto al catolicismo, bases de la familia. Pío García Escudero pidió en el Congreso adelanto de elecciones el pasado día 10 de octubre, porque es verdad que España cruje, y así lo percibe el mundo civilizado
Fuente: "Las Provincias"
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