Europa necesita una renovación ética y espiritual
Benedicto XVI considera que el mundo y, en particular Europa, necesita «una renovación ética y espiritual», inspirada en los valores cristianos, para poder recuperar un «verdadero humanismo».
Fue la conclusión a la que llegó este miércoles en la audiencia general en la que presentó la figura de san Benito de Nursia, fundador de los benedictinos, padre del monaquismo occidental, quien vivió entre los siglos V y VI, y a quien este Papa considera como «patrono» de su pontificado.
Benito, por quien Joseph Razinger nunca ha escondido su admiración –días antes de ser elegido Papa, el 1 de abril, le dedicó una histórica conferencia con el título «Europa, en la crisis de las culturas»–, como constató, tuvo un papel decisivo para que el viejo continente saliera de la «noche oscura de la historia» en la que había caído tras la caída del Imperio Romano en la Edad Media.
Y esta renovación la promovió gracias al monaquismo y a su espiritualidad, plasmada en la famosa Regla de los monjes.
«Por su moderación, su humanidad y su sobrio discernimiento entre lo esencial y lo secundario en la vida espiritual, ha podido mantener su fuerza iluminadora hasta hoy», constató el pontífice en su reflexión dirigida en la Plaza de San Pedro a algo más de 20 mil peregrinos.
Al proclamar el 24 de octubre de 1964 a san Benito patrono de Europa, recordó, Pablo VI pretendía reconocer «la obra maravillosa desempeñada por el santo a través de la Regla para la formación de la civilización y de la cultura europea».
«Hoy Europa, que acaba de salir de un siglo profundamente herido por dos guerras mundiales y por el derrumbe de las grandes ideologías que se han revelado como trágicas utopías, se encuentra en búsqueda de la propia identidad», constató.
«Para crear una unidad nueva y duradera, ciertamente son importantes los instrumentos políticos, económicos y jurídicos, pero es necesario también suscitar una renovación ética y espiritual que se inspire en las raíces cristianas del continente, de lo contrario no se puede reconstruir Europa»
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Fue la conclusión a la que llegó este miércoles en la audiencia general en la que presentó la figura de san Benito de Nursia, fundador de los benedictinos, padre del monaquismo occidental, quien vivió entre los siglos V y VI, y a quien este Papa considera como «patrono» de su pontificado.
Benito, por quien Joseph Razinger nunca ha escondido su admiración –días antes de ser elegido Papa, el 1 de abril, le dedicó una histórica conferencia con el título «Europa, en la crisis de las culturas»–, como constató, tuvo un papel decisivo para que el viejo continente saliera de la «noche oscura de la historia» en la que había caído tras la caída del Imperio Romano en la Edad Media.
Y esta renovación la promovió gracias al monaquismo y a su espiritualidad, plasmada en la famosa Regla de los monjes.
«Por su moderación, su humanidad y su sobrio discernimiento entre lo esencial y lo secundario en la vida espiritual, ha podido mantener su fuerza iluminadora hasta hoy», constató el pontífice en su reflexión dirigida en la Plaza de San Pedro a algo más de 20 mil peregrinos.
Al proclamar el 24 de octubre de 1964 a san Benito patrono de Europa, recordó, Pablo VI pretendía reconocer «la obra maravillosa desempeñada por el santo a través de la Regla para la formación de la civilización y de la cultura europea».
«Hoy Europa, que acaba de salir de un siglo profundamente herido por dos guerras mundiales y por el derrumbe de las grandes ideologías que se han revelado como trágicas utopías, se encuentra en búsqueda de la propia identidad», constató.
«Para crear una unidad nueva y duradera, ciertamente son importantes los instrumentos políticos, económicos y jurídicos, pero es necesario también suscitar una renovación ética y espiritual que se inspire en las raíces cristianas del continente, de lo contrario no se puede reconstruir Europa»
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