domingo, enero 27, 2008

Testigos de su palabra, por el Ilmo. Sr. Don Casimiro López

Las Candelas, el día 2 de febrero, es una fiesta muy querida para los cristianos. Con cirios encendidos, símbolo de la fe, de la luz y de la nueva vida que recibimos en el Bautismo, iremos gozosos en la procesión antes de la misa. Recordando la ofrenda y la consagración de Jesús al Padre, celebramos la jornada de la vida consagrada. También toda nuestra Iglesia de Segorbe-Castellón está llamada a recordar con gratitud a todas las personas consagradas; es decir, a monjes y monjas de vida contemplativa, a religiosos y religiosas de vida activa y a todas aquellas otras personas consagradas: todos ellos se han entregado a Dios tras las huellas de Cristo, pobre y casto, para bien de la Iglesia y de todos.

Configurados así, son testigos de la primacía de Dios y de su Reino, porque llevan El Evangelio en su corazón. Damos gracias al Señor por este gran don suyo. Le pedimos por los consagrados para que sean fieles a su llamada y a su consagración con generosidad y fidelidad crecientes.

Pedimos también a Dios que siga suscitando entre nosotros vocaciones a la vida consagrada. Ellos son necesarios para la vida y la misión de nuestra diócesis y de nuestras comunidades; son una riqueza que no siempre valoramos como es debido. En la intimidad del monasterio de clausura o al lado de los pobres y marginados, de los ancianos o de los jóvenes, en la pastoral de las ciudades o del mundo rural. No importa tanto lo que hacen, cuanto lo que son. Hoy necesitamos más que nunca estos testigos. Su mayor anhelo es vivir y testimoniar que es necesario escuchar y amar a Dios en Cristo con todo el corazón, con toda el alma, antes que a cualquier otra persona o cosa.

Estos testigos de la primacía de Dios y de su Palabra son de suma importancia en un tiempo, en que Dios es el gran ausente en la vida de muchas personas. Los consagrados, han de manifestar siempre su pertenencia a Cristo, el tesoro escondido por el que lo han dejado todo. Ante el hedonismo reinante dan testimonio de castidad, expresión de un corazón que conoce la belleza del amor de Dios.
Ante la insaciable sed de dinero, su vida austera recuerda que Dios es la riqueza verdadera.

El Periódico Mediterraneo

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