España será la última nación en salir de la crisis y ya es la de peor comportamiento de todo Occidente, nueve de cada 10 parados europeos son nuestros
En alguno, como en Estados Unidos, por la inadecuada regulación de los mercados financieros y en otros, como en España, por una desastrosa gestión económica.
La presencia de normas, reglas y árbitros que regulen nuestra actividad económica no supone una mayor presencia del Estado en la economía sino un Estado más eficaz.
Unas reglas claras y un árbitro justo son indispensables en el futbol, en cualquier actividad humana con competencia y también en la economía. La presencia de adecuada regulación no sólo no es contraria a la economía capitalista sino que es condición necesaria, sin reglas ni un gobierno garante, regresamos a la economía tribal, a la pobreza, a la ausencia de intercambio.
La presencia de “activos tóxicos” o contaminados, esto es, de hipotecas con nulas garantías, que se “titulizan”, o venden en mercados financieros, como si fueran buenas es un fallo del mercado por la falta de transparencia, que debe ser exigible en toda compraventa, con la misma precisión con la que se detalla en la etiqueta de un paquete de galletas su contenido alimenticio. Ha habido errores gubernamentales graves.
Además de esto, como decía, hay gobiernos, que no han cometido estos errores pero cuyo desconocimiento de la economía, como el de Rodríguez Zapatero es capaz, por sí mismo, de arruinar un país.
España será la última nación en salir de la crisis y ya es la de peor comportamiento de todo Occidente, nueve de cada diez parados europeos son nuestros.
Este desprecio que el socialismo español siente por la economía de mercado se refleja perfectamente en la asignatura de Educación para la Ciudadanía en cuyos libros los adolescentes deberán leer cosas como “El liberalismo y el capitalismo no puede pretender la democracia realmente popular” –editorial Serbal- o “los hombres ricos que pasan el día ocupados en sus negocios y por la noche roncan como vacas, no contribuyen mucho al bien común” –ed. Mc Graw Hill-.
Sin embargo, como en las elecciones americanas de 1992 en las que Bush padre salió derrotado por Bill Clinton, habría que colocar, como hizo este último en todas sus sedes electorales, un cartel que dijera “La economía, estúpido” para que nadie, en nuestro país tampoco, olvidara que con las cosas de comer no se juega.
Miguel Barrachina Ros
Economista y Diputado en el Congreso