Artículo de Opinión: "Regreso a la Beneficiencia" por miguel barrachina ros
En mi ciudad, Segorbe, Cáritas Diocesana distribuye trescientas comidas diarias, para ser un municipio que no alcanza los diez mil habitantes no esta mal. Estos vecinos son distintos a los que cada tarde acuden recoger comida caducada de los contenedores de los supermercados y, en algunos casos, coinciden con los que hacen cola cada mañana en las oficinas del Servef, antiguo Inem, buscando empleo.
Esta situación que se repite en cada municipio es nueva, los derechos sociales habían sustituido a la beneficencia, a vivir de la caridad, ya en los años sesenta pero, desgraciadamente, hemos regresado ella.
Más de 1.600.000 familias españolas tienen a todos sus miembros en paro, y son ya casi dos millones de parados los que carecen de prestación pública alguna.
Al menos en mi experiencia personal, y por lo que cuentan amigos y familiares de más edad, tan solo la cola de desempleados se conoció en los peores momentos del socialismo de Felipe González, las otras dos, la de Caritas y la de los contenedores, son nuevas, o al menos, no se recuerdan en los últimos cincuenta años.
Socialismo es pobreza, siempre y en todo lugar, y cuanto más socialismo más pobreza, da igual que hablemos de las antiguas repúblicas soviéticas, que de Cuba que de España. Y si en algún momento los gobiernos socialdemócratas no generan pobreza es porque felizmente se han alejado del marxismo.
En nuestro país, tanto con Zapatero como con González, el círculo vicioso comenzó por el exceso de gasto público, aquel afirmó orgulloso que las 30.000 obras públicas del Plan E nos sacarían de la crisis, tras haber derogado los límites del endeudamiento público de ayuntamientos y comunidades autónomas.
Era tarde cuando observó que el gasto público y el endeudamiento galopante de las administraciones, especialmente de la central que acumula el 78% de la deuda pública nacional, había vaciado bancos y cajas que ya no podían prestar a los particulares, en un claro efecto expulsión de la inversión privada por parte de la pública.
Y las medidas de aumento generalizado de los impuestos para paliar esta situación multiplicaron el cierre de empresas y elevó el número de parados hasta casi los cinco millones.
Ayer la agencia Moody´s calificó de “negativo para la región y para el país” el descontrol en el gasto público en Cataluña y el hecho de que el ejecutivo central “no dispone de herramientas eficaces para imponer el cumplimiento de los Presupuestos a nivel regional”, lo que supondrá en términos prácticos nuevas subidas del tipo de interés para la deuda y adicional gasto público.
No es de extrañar que en este momento de colapso de algunas administraciones, hasta la propia Cáritas, que hace labores hasta ahora públicas, denuncie que Castilla La Mancha le debe 4.5 millones de euros de los programas sociales con los que palia el hambre que deja el socialismo.
Miguel Barrachina (Diputado Nacional PP)
Esta situación que se repite en cada municipio es nueva, los derechos sociales habían sustituido a la beneficencia, a vivir de la caridad, ya en los años sesenta pero, desgraciadamente, hemos regresado ella.
Más de 1.600.000 familias españolas tienen a todos sus miembros en paro, y son ya casi dos millones de parados los que carecen de prestación pública alguna.
Al menos en mi experiencia personal, y por lo que cuentan amigos y familiares de más edad, tan solo la cola de desempleados se conoció en los peores momentos del socialismo de Felipe González, las otras dos, la de Caritas y la de los contenedores, son nuevas, o al menos, no se recuerdan en los últimos cincuenta años.
Socialismo es pobreza, siempre y en todo lugar, y cuanto más socialismo más pobreza, da igual que hablemos de las antiguas repúblicas soviéticas, que de Cuba que de España. Y si en algún momento los gobiernos socialdemócratas no generan pobreza es porque felizmente se han alejado del marxismo.
En nuestro país, tanto con Zapatero como con González, el círculo vicioso comenzó por el exceso de gasto público, aquel afirmó orgulloso que las 30.000 obras públicas del Plan E nos sacarían de la crisis, tras haber derogado los límites del endeudamiento público de ayuntamientos y comunidades autónomas.
Era tarde cuando observó que el gasto público y el endeudamiento galopante de las administraciones, especialmente de la central que acumula el 78% de la deuda pública nacional, había vaciado bancos y cajas que ya no podían prestar a los particulares, en un claro efecto expulsión de la inversión privada por parte de la pública.
Y las medidas de aumento generalizado de los impuestos para paliar esta situación multiplicaron el cierre de empresas y elevó el número de parados hasta casi los cinco millones.
Ayer la agencia Moody´s calificó de “negativo para la región y para el país” el descontrol en el gasto público en Cataluña y el hecho de que el ejecutivo central “no dispone de herramientas eficaces para imponer el cumplimiento de los Presupuestos a nivel regional”, lo que supondrá en términos prácticos nuevas subidas del tipo de interés para la deuda y adicional gasto público.
No es de extrañar que en este momento de colapso de algunas administraciones, hasta la propia Cáritas, que hace labores hasta ahora públicas, denuncie que Castilla La Mancha le debe 4.5 millones de euros de los programas sociales con los que palia el hambre que deja el socialismo.
Miguel Barrachina (Diputado Nacional PP)
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