Democracia es esto
El otro día un amigo me comentó que, tras ver un concurso en la televisión, comprendió el significado de la palabra democracia. Me dijo “Puedes leer mil libros, ver documentales o buscar la definición en el diccionario, pero nunca llegarás a comprender de una forma tan clara lo que significa la democracia como viendo la final del concurso Más que baile”. Así que, como en mi casa la televisión no es más que un apéndice para el DVD, me tocó navegar un poco por internet e informarme de qué iba la cosa.
El programa en cuestión es un concurso en el que, según he podido averiguar, hay unos tipos que pretenden hacer que bailan, otros que pretenden hacer que les puntúan y un público que aplaude pretendiendo hacer que le gusta. Pero lo que más me llamó la atención es que Belén Esteban -que cada día se parece más a Dios en eso de la omnipresencia- también participaba y que además era, entre las peores, la más mala.
Pero a lo que íbamos, llegó el día de la final y los miembros del jurado -que en principio son los que entienden- no votaron ganadora a la Esteban, sino a otra, que parece ser era la que mejor bailaba. En un principio el concurso podría haber acabado así, pero parece ser que el voto de los ‘profesionales’ en realidad no valía; en realidad lo único válido era la voz del pueblo, el voto popular. Y saben para quién fue… sí, para la que peor bailaba.
Tras esto usted puede asegurar que si el concurso hubiera sido de cocina, tiro al plato, matemáticas o de memorizar Reyes Godos, siempre que hubiese existido el voto popular, la ganadora habría sido la misma. ¿Por qué?, se preguntará. Pues la respuesta es muy sencilla, quizás porque ella es la persona más parecida al populacho que vota: es una persona que grita más que habla, que insulta, que puede levantarse y darle a usted un guantazo si es necesario, que habla sin propiedad, que se lucra criticando a los demás…
Si usted traslada todo este desaguisado a la vida política, descubrirá que no hay mayor lección de democracia. Esa es la razón por la que entre nuestros ministros no haya grandes científicos, filólogos, escritores, ingenieros… sino simples trepas que en la mayoría de los casos no saben ni lo que tienen que hacer. Ésa es la razón por la que en los partidos, de cara a las elecciones, siempre se quiera fichar a la Norma Duval o al Joaquín Sabina de turno. Ésa es la razón también por la que podemos ver cosas tan denigrantes como a José Blanco yendo a la Noria.
Y es que la democracia es un arma de doble filo, pues mientras el pueblo es medianamente inteligente, medianamente sensato, la democracia suele funcionar como sistema. Pero en cuanto ese pueblo se vuelve tan vulgar que es capaz de ser comprado por una miserable ayuda de 400 euros o por una F1 mientras los colegios de su ciudad se están cayendo a trozos, la democracia deja de ser tan maravillosa; entre otras cosas, porque puede votar -y se puede comprar- cualquiera.
P.D.: Si mira usted atentamente la foto podrá descubrir que existen demasiadas similitudes entre la victoria de la Esteban y la de cualquier político. Y es que ambos presumen de haber ganado aun sabiendo que no tienen ni idea en esa materia, ambos felicitan al perdedor y ambos le dan siempre las gracias al pueblo diciendo: “La gente es inteligente y sabe lo que vota”.
Fuente: terceraopinión
El programa en cuestión es un concurso en el que, según he podido averiguar, hay unos tipos que pretenden hacer que bailan, otros que pretenden hacer que les puntúan y un público que aplaude pretendiendo hacer que le gusta. Pero lo que más me llamó la atención es que Belén Esteban -que cada día se parece más a Dios en eso de la omnipresencia- también participaba y que además era, entre las peores, la más mala.
Pero a lo que íbamos, llegó el día de la final y los miembros del jurado -que en principio son los que entienden- no votaron ganadora a la Esteban, sino a otra, que parece ser era la que mejor bailaba. En un principio el concurso podría haber acabado así, pero parece ser que el voto de los ‘profesionales’ en realidad no valía; en realidad lo único válido era la voz del pueblo, el voto popular. Y saben para quién fue… sí, para la que peor bailaba.
Tras esto usted puede asegurar que si el concurso hubiera sido de cocina, tiro al plato, matemáticas o de memorizar Reyes Godos, siempre que hubiese existido el voto popular, la ganadora habría sido la misma. ¿Por qué?, se preguntará. Pues la respuesta es muy sencilla, quizás porque ella es la persona más parecida al populacho que vota: es una persona que grita más que habla, que insulta, que puede levantarse y darle a usted un guantazo si es necesario, que habla sin propiedad, que se lucra criticando a los demás…
Si usted traslada todo este desaguisado a la vida política, descubrirá que no hay mayor lección de democracia. Esa es la razón por la que entre nuestros ministros no haya grandes científicos, filólogos, escritores, ingenieros… sino simples trepas que en la mayoría de los casos no saben ni lo que tienen que hacer. Ésa es la razón por la que en los partidos, de cara a las elecciones, siempre se quiera fichar a la Norma Duval o al Joaquín Sabina de turno. Ésa es la razón también por la que podemos ver cosas tan denigrantes como a José Blanco yendo a la Noria.
Y es que la democracia es un arma de doble filo, pues mientras el pueblo es medianamente inteligente, medianamente sensato, la democracia suele funcionar como sistema. Pero en cuanto ese pueblo se vuelve tan vulgar que es capaz de ser comprado por una miserable ayuda de 400 euros o por una F1 mientras los colegios de su ciudad se están cayendo a trozos, la democracia deja de ser tan maravillosa; entre otras cosas, porque puede votar -y se puede comprar- cualquiera.
P.D.: Si mira usted atentamente la foto podrá descubrir que existen demasiadas similitudes entre la victoria de la Esteban y la de cualquier político. Y es que ambos presumen de haber ganado aun sabiendo que no tienen ni idea en esa materia, ambos felicitan al perdedor y ambos le dan siempre las gracias al pueblo diciendo: “La gente es inteligente y sabe lo que vota”.
Fuente: terceraopinión
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