Artículo de Opinión: "La subida del recibo de la luz" por César Román
Pero la repercusión de esa subida va mucho más allá incluso de la que vamos a ver en el recibo. Todos los bienes y servicios que consumimos o utilizamos tendrán que llevar aplicado el correspondiente aumento para asumir la subida del coste de la energía. Y eso se produce en un momento coincidente con la subida del iva, que por fuerza y lógica va a ser trasladada a nuestra compra diaria. Es decir que a partir de julio no vamos a tener una subida en todo del 2% sino mayor aún. Algunos estudios serios sitúan la subida general de los productos en julio entre un 5 y un 6%. Y con esa subida del coste de la energía nuestras empresas pasarán a ser un poquito menos competitivas de lo que somos en la actualidad.
España tiene un gran problema en el sector estratégico de la energía. Nuestra energía es de las más caras de Europa y eso lo pagan los ciudadanos y las empresas. Y cuando una empresa no es competitiva eso se traduce antes o después en desempleo. Por esa razón nos jugamos mucho en el coste del recibo de la luz y la apuesta por energías baratas y no sujetas a los vaivenes internacionales. Con esa misma filosofía se llevó a cabo una apuesta por las energías renovables, pero las diferentes normativas y acotamientos en la producción han llevado a que estas sean carísimas y tengan que estar sostenidas en base a subvenciones públicas, que al final pagamos todos. En este caso la intervención pública hizo inviable desde el punto de vista de la independencia económica algo que la iniciativa privada puso en marcha con demostrada solvencia.
Sin embargo en España llevamos muchos años sin querer abrir un melón que es estratégico y necesario abrir. Y ese no es otro que el de la energía nuclear. Las campañas orquestadas por los grupos ecologistas durante muchos años hicieron de la energía nuclear un tabú del que todo el mundo corre como la pólvora con sólo ser nombrado. Quizás poca gente conozca que los grupos verdes españoles recibieron enormes cantidades de dinero durante todos esos años de las compañías eléctricas francesas para financiar esas campañas de desprestigio. A Francia no le convenía tener a España como competidora en el mercado de la energía nuclear. Sobre todo porque los galos eran nuestros principales suministradores de esa energía.
Cuestiones de competencia empresarial pura y dura. El desastre de Chernóbil tampoco ayudó precisamente a que los ciudadanos tengan una buena visión de la energía nuclear. Pero demagogias y campañas de propaganda aparte la energía nuclear permite autoabastecernos a precios notablemente menores de los de cualquier otra de procedencia fósil o mixta. Ello sin olvidar que dejaríamos de depender de países con regímenes islámicos o en zonas en permanente conflicto y estados inestables. Además no se puede comparar las centrales nucleares modernas con las instalaciones existentes en la antigua Unión Soviética que utilizaban tecnología y sistemas de seguridad de los años 40 y 50. Recientes estudios solventes realizados han demostrado la ausencia total de problemas médicos en las poblaciones que viven junto a centrales nucleares. Esto evidencia que la energía nuclear es tan limpia como segura, como el resto. Y esto en unos momentos en los que el golfo de México está sufriendo uno de las mayores tragedias medioambientales de la historia merced a un accidente en la extracción de petróleo.
En consecuencia creo que España tiene una de sus tareas pendientes en la apuesta por la energía nuclear como fuente de energía barata, y tan segura o limpia como las demás. Que nuestro recibo de la luz baje incidirá directamente en nuestro nivel de vida, en la competitividad de nuestras empresas y en la creación de puestos de trabajo. Esa es una de las grandes reformas estructurales que nuestra economía precisa abordar con urgencia.
César Román