LA FUNDACIÓN MAX AUB PRESENTA EN SU SEDE "MUCHA MUERTE"
*Mucha Muerte reúne por primera vez toda la obra breve que Max Aub fue escribiendo a lo largo de su vida en torno a la muerte
El próximo 27 de julio de 2011, a las 19.30 h. y en el Salón de Actos del Palacete de San Antón de Segorbe, donde tiene su sede la Fundación Max Aub, tendrá lugar la presentación del libro "Mucha Muerte", por el profesor D. Pedro Tejada.
Mucha muerte reúne por primera vez toda la obra breve que Max Aub fue escribiendo a lo largo de su vida en torno a la muerte. El centro del libro lo compone lo que podemos llamar la primera edición íntegra de los Crímenes ejemplares, pues a los editados en 1996 por Calambur (la edición más completa de las existentes hasta ahora) añadimos un conjunto de crímenes inéditos y otros prácticamente desconocidos, pues solo se publicaron en la revista Sala de espera.
Estos hallazgos son fruto de la paciente y minuciosa labor de investigación del profesor Pedro Tejada Tello en los archivos de la Fundación Max Aub de Segorbe.
Mucha muerte no solamente añade este conjunto de nuevos crímenes, sino además todos los crímenes llamados infanticidios, todos los suicidios y todos los epitafios, tanto los textos inéditos recién descubiertos en los archivos de la Fundación Max Aub como los que se publicaron en la revista Sala de espera y que nunca hasta ahora habían sido reunidos en un libro.
La edición se completa con una deliciosa joya apenas conocida, Signos de ortografía, una obra de 1968 que además de ser un homenaje al mundo de la imprenta contiene microtextos y otras breverías permeados por el tema de la muerte y que bien podrían llamarse “crímenes tipográficos”.
Si la muerte aparece en toda la obra de Max Aub, las piezas ahora reunidas en Mucha muerte lo hacen con el rasgo peculiar de la concisión y la intensidad. Aub es sin duda uno de los precursores del microrrelato en las letras hispánicas. En 1948, más de diez años antes de que apareciera “El dinosaurio” de Monterroso, Max había empezado a recopilar sus microrrelatos con plena conciencia de estar creando un género distinto. Aunque nunca lo llamó “microrrelato”, pues él lo creía absolutamente personal, y no admitía para sus textos otra denominación que no fuera la de crímenes.
Este género tan personal ha trascendido y se ha hecho popular, a juzgar por las múltiples adaptaciones en muy diversos formatos que los crímenes han experimentado (materiales didácticos, montajes escenográficos, cortometrajes, vídeos en Youtube, perfomances, apócrifos, imitaciones...).
“No hay nada más espectacular que la muerte”, escribió Aub en 1948. Posiblemente sin su exilio en México a Aub no se le hubiera ocurrido dar a la imprenta un libro como los Crímenes ejemplares, los cuales, como dice otro estudioso de Aub, el profesor Fernando Valls, bien podrían incluirse en una tradición literaria que viene de las obras de Quevedo y Gracián, para nutrirse en los caprichos de Goya y en Ramón Gómez de la Serna: de los Desastres de la guerra a los Disparates; pasando por la pintura de Solana, el cineasta Luis Buñuel y la cultura popular de México, con su culto a la muerte, y por la narrativa breve mexicana que va de Julio Torri a Juan José Arreola.
Los Crímenes ejemplares han ejercido una enorme influencia sobre el género del microrrelato en España. Su éxito se debe a un sabio compendio de las carcaterísticas de este nuevo género (que Aub contribuye a fijar) y de un peculiar humor: la extrema brevedad y concisión, el juego de contrastes entre dos planos (como, por ejemplo, el contraste entre las consecuencias reales del acto que provoca el asesinato y la gravedad de la respuesta), la búsqueda de la sorpresa mediante la presentación abrupta del final, la referencialidad cultural y las concomitancias con otros géneros (como el aforismo, el epigrama, el poema…). Pero la originalidad de Max tiene que ver también con la estructura temática y nuclear de los crímenes: conforman un coro de voces, las de los propios criminales que van confesando (siempre lejos del arrepentimiento) ante un autor-transcriptor-editor, acompañado de otros personajes implícitos (el juez, el abogado, el comisario…). Estas confesiones se encuentran siempre marcadas por un humor absurdo y verbal. El absurdo surrealista, instalado en el juego y en la libertad que reivindica la supremacía del inconsciente y de lo onírico sobre lo consciente. Libertad que se acoge sobre todo al atractivo de la crueldad sin escrúpulos.
La edición
Mucha muerte tiene el aliciente de reunir por primera vez todos los Crímenes ejemplares (incluidos los crímenes que Aub llamó infanticidios), todos los suicidios y todos los epitafios, y con el todos queremos remarcar que incluimos tanto textos inéditos como textos prácticamente desconocidos.
Max Aub podía escribir en cualquier hoja o papelillo que tuviera cerca y con un espacio en blanco: carta, cuaderno, diario, borrador de una novela, hojas sueltas… Estas piezas nuevas que ahora publicamos no nos han parecido escritos que el autor desechase. Simplemente, que el ritmo frenético al que escribía y su relativa corta vida (sesenta y nueve años) le impidieron retomar todos estos pequeños textos tan desparramados. Entre los nuevos crímenes (el más antiguo escrito en 1953, pero la mayoría entre 1969 y 1972), aparte de los que vuelven a confirmar el perfecto conocimiento que Max tenía del alma y del habla mexicanas, llama la atención la serie de seis que encabezó con el epígrafe “Infanticidios”.
Ya en los crímenes publicados encontramos algún infanticidio o niños asesinos, pero nunca como series separadas dentro del conjunto. Sin embargo, en los archivos de la Fundación Max Aub hay una copia de hoja mecanografiada con el título “Crímenes”, correspondiente a una transcripción de crímenes enviados a Esther Tusquets para la edición de 1972 de Lumen. Algunos se publicaron y otros quedaron inéditos. Aub, en la carta a Tusquets con que acompañaba esos crímenes, escribía con medida ambigüedad:
“Los mejores lectores de los Crímenes ejemplares son los niños: los devoran. Por si acaso y te da resultado, en hoja aparte, te envío unos cuentos inéditos, especiales para infantes”. Esther quedó espantada, y le responde: “Lo de hacer un librito para niños me parece un poco peliagudo, imagínate los ojos que iban abrir en censura…”. Max, en su siguiente misiva, disimula (“No se me ocurrió nunca hacer una edición de Crímenes para niños, sino que te decía que la edición normal será de gran éxito entre los niños, si la descubren”... Y él sin duda hablaba en serio, pues Pedro Tejada Tello ha encontrado en el archivo de la Fundación Max Aub un grupo de crímenes inéditos bajo el epígrafe “Algún infanticidio” que ahora incorporamos como “Infanticidios” a la presente edición. Presentamos también como novedad la recuperación de “Epitafios” y “De suicidios” que solo habían aparecido en la revista Sala de espera y que, por tanto, son prácticamente desconocidos.
Cerramos esta edición de Mucha muerte con la inclusión de Signos de ortografía. Esta obra, que apareció en 1968 en la mexicana Revista de Bellas Artes, es un homenaje a las artes tipográficas, por las que Aub sintió devoción toda su vida. Pero, además, entre las piezas que conforman Signos de ortografía una buena parte presenta también el motivo de la muerte, algunas tienen estructura narrativa y la mayoría participan del carácter aforístico que tienen los epitafios y los suicidios. Junto a estas razones, hay otra que refuerza la idea de que la presencia de Signos de ortografía en este conjunto no es una caprichosa intromisión. Tras la muerte de Aub, Bernardo Giner de los Ríos tuvo en sus manos una colección de crímenes, que no recuerda bien si se titulaba Crímenes de imprenta o Crímenes tipográficos, y que pretendía ilustrar y acompañar de grabados relativos a toda la parafernalia que agrupaba un taller de imprenta. Giner devolvió el original y hasta la fecha se encuentra perdido. El lector podrá juzgar por sí mismo si algunos de estos textos de Signos de ortografía, como alguno que otro de Crímenes ejemplares, podrían estar entre aquellos Crímenes de imprenta extraviados.
Finalmente hay que destacar de esta edición el soberbio trabajo de ilustración tipográfica (tanto en el interior como en la portada) realizado por Francis Requena, en sintonía con las claves del pensamiento estético de Max Aub: “En el fondo, lo que soy es un tipógrafo. La tipografía es una síntesis de pintura y de literatura”.
El editor y prologuista de Mucha muerte
Pedro Tejada Tello (Madrid, 1961). Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia y profesor de literatura española en la Universidad Jaime I de Castellón. Se dedica a la investigación de la poesía y la literatura de posguerra. Entre sus publicaciones figuran La escritura poética de Mario López (Diputación de Córdoba, 2003). Ha publicado diversos artículos en obras colectivas y revistas especializadas sobre la obra y la figura de Max Aub, cuya Fundación le otorgó una beca de investigación durante el año 2004.
El próximo 27 de julio de 2011, a las 19.30 h. y en el Salón de Actos del Palacete de San Antón de Segorbe, donde tiene su sede la Fundación Max Aub, tendrá lugar la presentación del libro "Mucha Muerte", por el profesor D. Pedro Tejada.
Mucha muerte reúne por primera vez toda la obra breve que Max Aub fue escribiendo a lo largo de su vida en torno a la muerte. El centro del libro lo compone lo que podemos llamar la primera edición íntegra de los Crímenes ejemplares, pues a los editados en 1996 por Calambur (la edición más completa de las existentes hasta ahora) añadimos un conjunto de crímenes inéditos y otros prácticamente desconocidos, pues solo se publicaron en la revista Sala de espera.
Estos hallazgos son fruto de la paciente y minuciosa labor de investigación del profesor Pedro Tejada Tello en los archivos de la Fundación Max Aub de Segorbe.
Mucha muerte no solamente añade este conjunto de nuevos crímenes, sino además todos los crímenes llamados infanticidios, todos los suicidios y todos los epitafios, tanto los textos inéditos recién descubiertos en los archivos de la Fundación Max Aub como los que se publicaron en la revista Sala de espera y que nunca hasta ahora habían sido reunidos en un libro.
La edición se completa con una deliciosa joya apenas conocida, Signos de ortografía, una obra de 1968 que además de ser un homenaje al mundo de la imprenta contiene microtextos y otras breverías permeados por el tema de la muerte y que bien podrían llamarse “crímenes tipográficos”.
Si la muerte aparece en toda la obra de Max Aub, las piezas ahora reunidas en Mucha muerte lo hacen con el rasgo peculiar de la concisión y la intensidad. Aub es sin duda uno de los precursores del microrrelato en las letras hispánicas. En 1948, más de diez años antes de que apareciera “El dinosaurio” de Monterroso, Max había empezado a recopilar sus microrrelatos con plena conciencia de estar creando un género distinto. Aunque nunca lo llamó “microrrelato”, pues él lo creía absolutamente personal, y no admitía para sus textos otra denominación que no fuera la de crímenes.
Este género tan personal ha trascendido y se ha hecho popular, a juzgar por las múltiples adaptaciones en muy diversos formatos que los crímenes han experimentado (materiales didácticos, montajes escenográficos, cortometrajes, vídeos en Youtube, perfomances, apócrifos, imitaciones...).
“No hay nada más espectacular que la muerte”, escribió Aub en 1948. Posiblemente sin su exilio en México a Aub no se le hubiera ocurrido dar a la imprenta un libro como los Crímenes ejemplares, los cuales, como dice otro estudioso de Aub, el profesor Fernando Valls, bien podrían incluirse en una tradición literaria que viene de las obras de Quevedo y Gracián, para nutrirse en los caprichos de Goya y en Ramón Gómez de la Serna: de los Desastres de la guerra a los Disparates; pasando por la pintura de Solana, el cineasta Luis Buñuel y la cultura popular de México, con su culto a la muerte, y por la narrativa breve mexicana que va de Julio Torri a Juan José Arreola.
Los Crímenes ejemplares han ejercido una enorme influencia sobre el género del microrrelato en España. Su éxito se debe a un sabio compendio de las carcaterísticas de este nuevo género (que Aub contribuye a fijar) y de un peculiar humor: la extrema brevedad y concisión, el juego de contrastes entre dos planos (como, por ejemplo, el contraste entre las consecuencias reales del acto que provoca el asesinato y la gravedad de la respuesta), la búsqueda de la sorpresa mediante la presentación abrupta del final, la referencialidad cultural y las concomitancias con otros géneros (como el aforismo, el epigrama, el poema…). Pero la originalidad de Max tiene que ver también con la estructura temática y nuclear de los crímenes: conforman un coro de voces, las de los propios criminales que van confesando (siempre lejos del arrepentimiento) ante un autor-transcriptor-editor, acompañado de otros personajes implícitos (el juez, el abogado, el comisario…). Estas confesiones se encuentran siempre marcadas por un humor absurdo y verbal. El absurdo surrealista, instalado en el juego y en la libertad que reivindica la supremacía del inconsciente y de lo onírico sobre lo consciente. Libertad que se acoge sobre todo al atractivo de la crueldad sin escrúpulos.
La edición
Mucha muerte tiene el aliciente de reunir por primera vez todos los Crímenes ejemplares (incluidos los crímenes que Aub llamó infanticidios), todos los suicidios y todos los epitafios, y con el todos queremos remarcar que incluimos tanto textos inéditos como textos prácticamente desconocidos.
Max Aub podía escribir en cualquier hoja o papelillo que tuviera cerca y con un espacio en blanco: carta, cuaderno, diario, borrador de una novela, hojas sueltas… Estas piezas nuevas que ahora publicamos no nos han parecido escritos que el autor desechase. Simplemente, que el ritmo frenético al que escribía y su relativa corta vida (sesenta y nueve años) le impidieron retomar todos estos pequeños textos tan desparramados. Entre los nuevos crímenes (el más antiguo escrito en 1953, pero la mayoría entre 1969 y 1972), aparte de los que vuelven a confirmar el perfecto conocimiento que Max tenía del alma y del habla mexicanas, llama la atención la serie de seis que encabezó con el epígrafe “Infanticidios”.
Ya en los crímenes publicados encontramos algún infanticidio o niños asesinos, pero nunca como series separadas dentro del conjunto. Sin embargo, en los archivos de la Fundación Max Aub hay una copia de hoja mecanografiada con el título “Crímenes”, correspondiente a una transcripción de crímenes enviados a Esther Tusquets para la edición de 1972 de Lumen. Algunos se publicaron y otros quedaron inéditos. Aub, en la carta a Tusquets con que acompañaba esos crímenes, escribía con medida ambigüedad:
“Los mejores lectores de los Crímenes ejemplares son los niños: los devoran. Por si acaso y te da resultado, en hoja aparte, te envío unos cuentos inéditos, especiales para infantes”. Esther quedó espantada, y le responde: “Lo de hacer un librito para niños me parece un poco peliagudo, imagínate los ojos que iban abrir en censura…”. Max, en su siguiente misiva, disimula (“No se me ocurrió nunca hacer una edición de Crímenes para niños, sino que te decía que la edición normal será de gran éxito entre los niños, si la descubren”... Y él sin duda hablaba en serio, pues Pedro Tejada Tello ha encontrado en el archivo de la Fundación Max Aub un grupo de crímenes inéditos bajo el epígrafe “Algún infanticidio” que ahora incorporamos como “Infanticidios” a la presente edición. Presentamos también como novedad la recuperación de “Epitafios” y “De suicidios” que solo habían aparecido en la revista Sala de espera y que, por tanto, son prácticamente desconocidos.
Cerramos esta edición de Mucha muerte con la inclusión de Signos de ortografía. Esta obra, que apareció en 1968 en la mexicana Revista de Bellas Artes, es un homenaje a las artes tipográficas, por las que Aub sintió devoción toda su vida. Pero, además, entre las piezas que conforman Signos de ortografía una buena parte presenta también el motivo de la muerte, algunas tienen estructura narrativa y la mayoría participan del carácter aforístico que tienen los epitafios y los suicidios. Junto a estas razones, hay otra que refuerza la idea de que la presencia de Signos de ortografía en este conjunto no es una caprichosa intromisión. Tras la muerte de Aub, Bernardo Giner de los Ríos tuvo en sus manos una colección de crímenes, que no recuerda bien si se titulaba Crímenes de imprenta o Crímenes tipográficos, y que pretendía ilustrar y acompañar de grabados relativos a toda la parafernalia que agrupaba un taller de imprenta. Giner devolvió el original y hasta la fecha se encuentra perdido. El lector podrá juzgar por sí mismo si algunos de estos textos de Signos de ortografía, como alguno que otro de Crímenes ejemplares, podrían estar entre aquellos Crímenes de imprenta extraviados.
Finalmente hay que destacar de esta edición el soberbio trabajo de ilustración tipográfica (tanto en el interior como en la portada) realizado por Francis Requena, en sintonía con las claves del pensamiento estético de Max Aub: “En el fondo, lo que soy es un tipógrafo. La tipografía es una síntesis de pintura y de literatura”.
El editor y prologuista de Mucha muerte
Pedro Tejada Tello (Madrid, 1961). Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia y profesor de literatura española en la Universidad Jaime I de Castellón. Se dedica a la investigación de la poesía y la literatura de posguerra. Entre sus publicaciones figuran La escritura poética de Mario López (Diputación de Córdoba, 2003). Ha publicado diversos artículos en obras colectivas y revistas especializadas sobre la obra y la figura de Max Aub, cuya Fundación le otorgó una beca de investigación durante el año 2004.
Fuente: visitasguiadas.blogspot.com
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