El socialismo valenciano debe analizar con urgencia las causas de su falta de conexión con la sociedad
*El PSPV, en peligro
El ruido de Madrid está salvando a Alarte. El estruendo de los muelles de las navajas que los socialistas están afilando en toda España oculta el murmullo de las navajas socialistas valencianas, que ya se abren contra el líder del PSPV. Mientras el foco de las responsabilidades políticas se fije en Ferraz o, mejor, en Moncloa, la calle Blanquerías se libra por falta de atención.
Como si en la Comunidad Valenciana no fuera tan necesario o más que en el resto de España debatir qué está pasando con el socialismo. En algún momento, y el momento debería haber llegado hace años, el PSPV deberá plantearse qué le ocurre; por qué elección tras elección obtiene un fracaso mayor: en cada cita electoral, menos votos; con cada líder más fracaso.
No es buena tanta hegemonía del PP. En bien del partido y en bien de la Comunidad Valenciana, el PSPV debe cambiar la táctica, la estrategia y, sobre todo, debe analizar su conexión con la sociedad valenciana; su falta de conexión. Y por los hechos, el cambio debe ser de muchos grados.
Pero no entrarán en esas cuestiones. Sólo los que ya tienen poco que perder, los vencidos en las urnas y en el partido, son capaces de recordarle a Alarte que muchos de sus antecesores abandonaron la vida política pese a que sus resultados eran aún mejores que los del domingo. Hasta el mismo Alarte, cuando quería hacer creer que entraba con un aire nuevo en la política autonómica, prometió que se iría si el resultado era mucho menos malo de lo que ha sido.
El problema, desgraciadamente, no es solo Alarte. El PSPV tiene grandes pesos políticos, que inexplicablemente permanecen callados. O no es tan inexplicable: están a la espera. A la espera de lo que ocurra en Madrid, a la espera de las elecciones generales, a la espera de posible reparto de canonjías.
Joaquín Puig, triunfador en Morella y oponente principal de Alarte en aquellas primarias, no quiere líos: encabezará la lista socialista de Castellón en las próximas elecciones generales, se celebren estas cuando se celebren. Orengo, que perdió la plaza de Gandia, también aguarda un puesto en la Diputación. Toca esperar, por aquello de que quizás no se gane el pulso a Alarte. O porque incluso si se gana, se tema que el sustituto no tenga en cuenta promesas.
El PSPV, más que el PSOE, necesita un profundo debate antes de presentarse otra vez ante los valencianos sin los deberes hechos.Ya no hay excusas: ni la situación económica, ni Zapatero, ni los medios de comunicación. Ni el árbitro. El PSPV ha sufrido la mayor derrota de su historia y debe analizar las causas. El ruido de Madrid está resguardando a Alarte, pero el cambio de rumbo no puede aplazarse por mucho tiempo: está en peligro, y no es exagerar, hasta la existencia del propio partido.
El ruido de Madrid está salvando a Alarte. El estruendo de los muelles de las navajas que los socialistas están afilando en toda España oculta el murmullo de las navajas socialistas valencianas, que ya se abren contra el líder del PSPV. Mientras el foco de las responsabilidades políticas se fije en Ferraz o, mejor, en Moncloa, la calle Blanquerías se libra por falta de atención.
Como si en la Comunidad Valenciana no fuera tan necesario o más que en el resto de España debatir qué está pasando con el socialismo. En algún momento, y el momento debería haber llegado hace años, el PSPV deberá plantearse qué le ocurre; por qué elección tras elección obtiene un fracaso mayor: en cada cita electoral, menos votos; con cada líder más fracaso.
No es buena tanta hegemonía del PP. En bien del partido y en bien de la Comunidad Valenciana, el PSPV debe cambiar la táctica, la estrategia y, sobre todo, debe analizar su conexión con la sociedad valenciana; su falta de conexión. Y por los hechos, el cambio debe ser de muchos grados.
Pero no entrarán en esas cuestiones. Sólo los que ya tienen poco que perder, los vencidos en las urnas y en el partido, son capaces de recordarle a Alarte que muchos de sus antecesores abandonaron la vida política pese a que sus resultados eran aún mejores que los del domingo. Hasta el mismo Alarte, cuando quería hacer creer que entraba con un aire nuevo en la política autonómica, prometió que se iría si el resultado era mucho menos malo de lo que ha sido.
El problema, desgraciadamente, no es solo Alarte. El PSPV tiene grandes pesos políticos, que inexplicablemente permanecen callados. O no es tan inexplicable: están a la espera. A la espera de lo que ocurra en Madrid, a la espera de las elecciones generales, a la espera de posible reparto de canonjías.
Joaquín Puig, triunfador en Morella y oponente principal de Alarte en aquellas primarias, no quiere líos: encabezará la lista socialista de Castellón en las próximas elecciones generales, se celebren estas cuando se celebren. Orengo, que perdió la plaza de Gandia, también aguarda un puesto en la Diputación. Toca esperar, por aquello de que quizás no se gane el pulso a Alarte. O porque incluso si se gana, se tema que el sustituto no tenga en cuenta promesas.
El PSPV, más que el PSOE, necesita un profundo debate antes de presentarse otra vez ante los valencianos sin los deberes hechos.Ya no hay excusas: ni la situación económica, ni Zapatero, ni los medios de comunicación. Ni el árbitro. El PSPV ha sufrido la mayor derrota de su historia y debe analizar las causas. El ruido de Madrid está resguardando a Alarte, pero el cambio de rumbo no puede aplazarse por mucho tiempo: está en peligro, y no es exagerar, hasta la existencia del propio partido.
Fuente: Las Provincias de Castellón