miércoles, septiembre 29, 2010

Artículo de Opinión de Pedro Jiménez Soria: De Berlanga a Sangre y Arena

Ave Caesar morituri te salutant

Después del visto bueno de los periodistas catalanes ataviados y engalanados con el atuendo oficial de la fiesta. Una suerte de complementos que pagamos aún en época de recesión por encima de otras necesidades, como la miserable ayuda a las familias con hijos en edad escolar para el inicio del curso. Pero eso sí, para la liturgia folklórica que no falte de nada, más a modo de peloteo que otra cosa, pareciéndose al Berlanga de Bienvenido Míster Marshall.

Y todo para recibir el visto bueno de un medio escrito ,el catalán que igual castiga las corridas de toros por españolismo ,como eleva a Fiesta el toro embolado . Basándose en que el toro no muere, cuando el principio de protección de los animales es el sufrimiento y no la muerte. Acaso necesitamos la aprobación de nadie y de que nos vale la opinión de estos hipócritas. Después de este hecho la Entrada no es mejor ni más segura.

Y yo me pregunto para qué tanta palmadita y aplauso fácil si dentro de unos años vamos a disfrutar en Segorbe de Sangre y Arena. Después del aprobado de los anti taurinos: Corridas de Toros, acaso se les comentó que vamos a imponer a nuestro pueblo la cultura de la sangre y la arena.

Permítanme que les describa lo que son con detalle las suertes del Toreo:

La suerte de varas, como se aplica en nuestros tiempos, es terrible. La súbita detención de la embestida por el peto del caballo, que posiblemente se comporta como un muro, trasmite al cráneo, a la columna cervical y, a su cerebro y medula, la energía del choque que produce un peso de 800 Kg. a una velocidad de 40 Km por hora. El destrozo de la puya es lo más dramático. Una copiosa hemorragia, de no menos de 10 litros de sangre, se produce durante este tercio, acompañada de unos enormes destrozos de músculos y partes blandas. Sólo es explicable que el toro siga vivo y con bravura, por la síntesis de sustancias analgésicas (las llamadas endorfinas , o morfinas internas) que deben ir paralelas a la producción de una enorme cantidad de adrenalina que necesita para mantener su agresividad. La adrenalina producida por el toro es tan abundante, que cuando se manipulan sus restos, el olor a adrenalina en las manos dura varios días.

Para matar un toro en la plaza se necesita de una alta técnica, por las dificultades anatómicas que entraña penetrar con la espada en la caja torácica y romper uno de los grandes vasos que transporta la sangre que mantiene vivo al animal. Es por ello necesario, conseguir que el animal adopte una postura rígida que permita la entrada del acero. Si esto no se consigue, la espada chocará irremisiblemente con el hueso o penetrará en los músculos subcostales, y el toro permanecerá en la plaza hasta que sea enviado a los corrales. Cuando el toro está en reposo, y no se le molesta, es un animal tranquilo que mantiene el cuello en flexión debido al peso de su cabeza y a la marcada inclinación de su columna cervical (lordosis), que le hacen adoptar muy frecuentemente esta postura. Pero cuando el entorno le es hostil, cuando su pituitaria huele aromas de desafío, se enerva, se contraen sus potentes músculos cervicales, y el morrillo -antes imperceptible- se eleva como una potente montaña donde la cruz queda escondida. Es la estampa del estado de alerta, de un animal enormemente sensible al desafío. Esta expresión de su desafío, que es la extensión del cuello y su elevación del plano del suelo, se va venciendo con el cansancio, las lesiones de la puya y con el buen hacer del maestro que lo humilla una y otra vez para irlo enseñando a bajar el hocico.

La suerte final necesita de una flexión del cuello y un acercamiento de las pezuñas delanteras para que la abertura que ha de propiciar la entrada de la espada sea lo más amplia posible. Es el del hoyo de las agujas, donde la columna cervical se une a la dorsal, y cuando el cartílago que prolonga el potente hueso de la escápula se aparta al máximo de la cara externa de su columna vertebral. En estas condiciones se obtiene una abertura de 8 cm de lado por 4 en sentido anteroposterior , camino obligado de la espada que va buscando los grandes vasos. Es la optima e imprescindible abertura. La máxima flexión posible del cuello y la máxima aducción de las pezuñas anteriores Si esta postura no se consigue, el hueso es el destino del estoque. Los vasos que entran y salen de los pulmones son los receptores del estoque. Cuando es la arteria, el toro caerá pronto, y si es en la vena, lo hará más lentamente. La estocada lateral, o lateralmente inclinada, perfora el pulmón y desangra al toro lentamente, haciéndole con frecuencia sangrar por la boca. La sangre roja siempre va seguida de una muerte rápida; la azul, lleva aparejada una muerte lenta, poco estética y estertorosa. Rara vez los toreros diestros parten la arteria aorta que surca paralela y a la izquierda, casi bajo la columna, y nunca el corazón que queda anterior y bajo.

Así es la muerte del toro. Una suerte, que vista desde el lado del espectáculo, requiere experiencia y bravura por ambas partes, tanto por el torero como por el toro. A veces me pregunto, que si el toro viera como los humanos, si al torero le sería tan fácil darle muerte. Para los aficionados, la muerte del toro de lidia es gloriosa, salvaje y hermosa. Y para acertar la estocada precisa, sólo hace falta, como dicen los toreros: “¡que Dios reparta suerte!”.

Yo estoy convencido que de que muchos segorbinos están en contra de las corridas de toros, sean de la ideología política que sean. Hay que tener narices para imponer con el dinero de todos este tipo de proyectos aprobados de forma clientelar bajo presiones en algunos casos en una parte del colectivo social y no en su totalidad , bajo referéndum , contando con todos. La inversión en éste matadero sufragaría otro tipo de iniciativas dirigidas hacia el horizonte turístico segorbino , pero no a costa del sufrimiento animal.

Como vamos a explicar a una sociedad como la nuestra ,nuestros jóvenes, a la que le urge recuperar valores cívicos y morales , lo divertido y artístico de ésta matanza. Yo no pago impuestos para que las clases más pudientes puedan lucir palmito en las tribunas con sombra.

¿Sabían que la cávea , donde se sentaba el público en época del Imperio Romano en el Coliseo estaba construida de un material concreto según las clases sociales que aposentaban su culo : madera, adobe o mármol?¿Respetarán esta tradición en Segorbe?

Pedro Jiménez Soria/PSPV-Segorbe

viernes, septiembre 17, 2010

Opinión: "Ya llegan los pancarteros"

Está cercana la primera huelga general a la que se tendrá que “enfrentar” el Gobierno de Zapatero. Una huelga que ha tenido el periodo más largo de convocatoria de la historia de España. Como lo oyen. Jamás se había convocado una huelga con tanta antelación. Tanta, que ha dado tiempo de irse de vacaciones, de rodar videos chiquilicutres, de irse de crucero de lujo por el Báltico, de hacer como que se hacía algo, de pelearse con Esperanza Aguirre un ratito, de tener unas decenas de miles más de parados y de seguir escenificando. Porque la palabra clave en estos temas es la escenificación.

Dicen los entendidos en la materia huelguil que hay que escenificar la ruptura. O lo que es lo mismo en romano paladí y sin andarse por las ramas, interpretar como un buen actor el papel de que estás enfadado con el otro y que parezca creíble. Eso aunque por dentro te importe una higa las causas de la convocatoria, porque sigues disfrutando de sueldos en consejos de administración, tarjeta visa sin límite, coche oficial y una larga lista de prebendas a costa del dinero público. Tan larga como la convocatoria y el silencio en que han permanecido los “líderes sindicales”, mientras millones de españoles engrosaban las filas de desempleados a las puertas del INEM.

En la calle, se nota y se palpa que la huelga será un absoluto fracaso. Todo el mundo lo sabe y los sindicatos convocantes los primeros. Sin embargo la escenificación de la ruptura les obliga a ir a una huelga que en realidad ellos mismos no quieren y en la que no creen. El descrédito de los sindicatos mayoritarios es en estos momentos tan desmesurado, que ni siquiera en tiempos del escándalo de la PSV tuvieron tantos detractores. Tanta moqueta han pisado y tanto han permanecido desaparecidos durante la mayor crisis económica de nuestra historia, que ahora nadie les cree. Y para intentar salvar los muebles y que quede en las bibliotecas que ellos hicieron lo que pudieron han convocado esta huelga, que más bien es una huelga de fachada y fotogalería sin sustento.

Pero esta huelga puede volverse como un boomerang contra las propias estructuras de los sindicatos mayoritarios y tener resultados catastróficos. En primer lugar porque los propios afiliados, seguidores y delegados de empresa han comenzado a responder a sus “dirigentes”. Porque es justo que se sepa que las cúpulas sindicales, los liberados y los que disfrutan de todas esas prebendas son una ínfima minoría que han hecho del sindicalismo una forma de ganarse la vida y tocar poder. Una minoría burocratizada y enquistada en los presupuestos generales del estado que se valen para sus fines de gente honrada y honesta que un día entendieron que el sindicalismo era una forma de defensa y obtención de derechos laborales y sociales en sus trabajos. En sus trabajos sí, porque esto nació y servía para mejorar las condiciones del puesto trabajo, y no para irse de juerga con una visa a cuenta del sindicato y no dar palo al agua.

Y en segundo lugar porque nuestras relaciones laborales necesitan de la existencia de ese contrapoder que equilibre la balanza y evite que unos y otros abusen del contrario. Un contrapeso necesario e imprescindible para evitar explotaciones o malinterpretaciones de los derechos o deberes de trabajadores y empresarios. Porque manda narices, que tengamos que ser los que todos los días nos ponemos al otro lado de la mesa frente a los sindicatos, quienes les tengamos que recordar a esos mismos sindicalistas que con su actitud e irresponsabilidad están poniendo en juego ese equilibrio. Manda narices, que tengamos que ser nosotros quienes les recordemos que el sindicalismo bien entendido y ejercido es necesario para que trabajadores y empresarios avancemos juntos, conciliando los intereses de unos y otros en un objetivo común: progresar socialmente. Aunque quizás también, esto sea bueno para que esas prácticas y dinámicas obscenas comiencen a desaparecer por la presión social. Una presión que haga que las huelgas se decidan a partir de ahora por métodos democráticos y contrastables en las empresas y no mientras el líder de turno hace un crucero de lujo por el Báltico.

*César Román es el portavoz de la Asociación Profesional Española de Directores de Recursos Humanos